Personajes Alfonso Diez |
* Las Claves Secretas de la CIA
En el asunto del enfrentamiento Fox-Beltrones hay mucho más cola de lo que se piensa.
Beltrones dice que la empresa Oceanografía (que según él es de los hijos de Martha Sahagún) es la responsable de
las muertes provocadas tras el incidente de la plataforma Usumacinta. Ya lo
desmintió PEMEX.
Pero Fox no sólo lo
desmintió, sino que nos hizo recordar la acusación que en su momento hicieron
los periodistas Sam Dillon y Craig Pyes contra el mismo Manlio en el New
York Times: que Beltrones recibía
dinero de narcotraficantes por proteger sus operaciones”.
La acusación en el New York Times también decía que “Funcionarios de
inteligencia anteriores y actuales declararon que la evidencia del papel que
jugaba el señor Beltrones era tan
detallada y contundente que el gobierno de Estados Unidos había incluido su
nombre en un documento confidencial entregado al equipo de transición del
presidente Ernesto Zedillo, con una
lista que incluía a más de una docena de funcionarios sospechosos de
corrupción”.
Y esto, desafortunadamente para Manlio
Fabio, nos hace también recordar el equipaje que carga: se le acusó de
estar presente en torturas hechas a Mario
Aburto para que se declarara como el asesino material de Colosio; llegó a Tijuana poco después
del asesinato tras una llamada de Salinas
de Gortari. Cuando Salinas convocó a los priístas para decidir quién sería el abanderado que sustituiría a Luis Donaldo, su hermano Raúl aconsejaba a los que podía que si
les preguntaban su opinión se inclinaran por Beltrones.
Puede haber o no alguna conducta deshonesta y/o delictiva por parte del
ex gobernador de Sonora, puede haber calumnias o acusaciones fundadas, pero de
todos modos la sospecha renace.
La realidad es que el gobierno mexicano nunca realizó alguna
investigación sobre las acusaciones del NYT, a pesar de que el reporte de
inteligencia efectivamente existía. El subsecretario de Gobernación, Carrillo Castro, solicitó a Dillon y Craig algún tipo de
retractación para acabar con el asunto y ellos se negaron.
Sin embargo, concediendo el beneficio de la duda razonable, ahora
resulta imperativo que haya una investigación a fondo, no sólo del “caso Fox”, sino también del “caso Beltrones”.
Uno ya fue presidente, el otro quiere serlo y está luchando en todos los
frentes para lograrlo.
En el pasado no nos hemos preocupado como deberíamos por investigar los
antecedentes de los que quieren ser presidentes porque cuando detectamos
anomalías recurrimos al expediente fácil de decir: no va a llegar.
Pero, qué tal si llega.
Es la hora de investigar a fondo.
¿De dónde partimos? ¿Qué podemos tomar en cuenta?
Recordemos antecedentes valiosos que nos pueden ayudar nos a vislumbrar
el futuro.
Richard Lansing, secretario de Estado del presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson, afirmaba, en 1924: "México es un país extraordinariamente fácil de dominar porque basta
controlar a un solo hombre: el Presidente. Tenemos que abandonar la idea de
poner en la Presidencia mexicana a un ciudadano americano, ya que eso llevaría
otra vez a la guerra. La solución necesita más tiempo: debemos abrir a
los jóvenes ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el
esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el
respeto al liderazgo de Estados Unidos.
"México necesitará de administradores competentes. Con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes y eventualmente se adueñarán de la Presidencia. Sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queramos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros". Sabemos
que la CIA se nutre de agentes entre los estudiantes de las mejores
universidades de Estados Unidos, sean éstos norteamericanos o no, y sería
infantil pensar que no se han acercado a los hijos de los políticos mexicanos
que van a estudiar allá, tal como lo planeó aquel presidente norteamericano y posteriormente
instrumentó la misma CIA.
Philip Agee, ex agente de la CIA, reveló en su libro “La ‘Compañía’ por
dentro/Diario de la CIA” que tres presidentes de México fueron agentes de tal
agencia en su momento: Adolfo López
Mateos, identificado con la clave “Lienvoy 2”; Gustavo Díaz Ordaz, cuya clave secreta era “Litempo 8”; y Luis Echeverría Alvarez, “Litempo 14”.
Las revelaciones de Agee van
más lejos, afirma en el libro citado que cuando Díaz Ordaz avisó a Echeverría que sería su sucesor en la presidencia y que por lo tanto el PRI lo iba a
señalar como su candidato, Echeverría se apresuró a comunicar el suceso a la CIA el mismo día en que Díaz Ordaz le comunicó la decisión.
Carlos Salinas de Gortari fue investigador de la Universidad de Harvard en 1974 y se doctoró en
Economía Política y Gobierno en la misma universidad en 1978, a los 30 años de
edad.
El papá de Salinas de Gortari,
Raúl Salinas Lozano, ya había pasado por la misma Universidad de Harvard;
ahí obtuvo la maestría en Administración Pública (1944-45) y luego la de
Economía (1945-46); salió de Harvard cuando tenía 29 años.
Salinas Lozano pudo haber alcanzado la presidencia de México en 1964; fue mencionado
como uno de los posibles sucesores del presidente Adolfo López Mateos (1958-64); formó parte del gabinete de éste
como secretario de Economía Nacional durante el mes de diciembre de 1958,
apenas iniciado el régimen de López
Mateos y luego, del primero de enero de 1959 al 30 de noviembre de 1964 fue
secretario de Industria y Comercio.
Un comentario de Salinas Lozano puede ser revelador: cuando su hijo fue “destapado” como candidato del PRI a la
presidencia de México, el primero espetó, al comenzar el mes de octubre de
1987: “lo logramos, nos tardamos 20 años, pero llegamos”.
Un personaje que conviene mencionar ahora es Joseph Marie Córdoba Montoya; nacido en Francia, dos años menor que Salinas de Gortari. Se doctoró en
Economía en la Universidad de Stanford (1974-77), fue profesor de la Universidad
de Pennsylvania en 1978 y 1979 y este último año, cuando Salinas de Gortari dejó Harvard y se vino a México, Córdoba Montoya fue nombrado profesor
del Colegio de México. Los caminos de Salinas
de Gortari y de Córdoba Montoya se entrelazan de manera muy evidente.
Trabaron relaciones estrechas en Estados Unidos, a pesar de que sus centros de
acción se desarrollaron en diferentes universidades de los Estados Unidos y de
que uno era mexicano y el otro francés. Cuando Salinas fungió como director general del IEPES del PRI en 1981 y
1982, durante la campaña para la presidencia de México de Miguel de la Madrid, Montoya fue nombrado asesor del mismo y cuando el mismo Salinas fue nominado candidato del PRI a la presidencia, se llevó a Córdoba Montoya como asesor otra
vez, en 1987 y 1988. Antes, dos años antes de que se supiera públicamente que Salinas iba a ser el sucesor de De la Madrid, Montoya se nacionalizó mexicano, en 1985.
Durante los años que Salinas ocupó cargos en la Secretaría de Hacienda y en la de Programación y
Presupuesto, se llevó de la mano a Córdoba o le dejó los cargos que dejaba vacantes; finalmente, lo nombró jefe del
gabinete presidencial, con tal poder que todos los secretarios lo tenían que
consultar para tomar decisiones importantes, al grado que lo llamaban “el poder
tras el trono”. Tras haber sido asesinado Luis
Donaldo Colosio Murrieta, candidato del PRI en campaña por la presidencia
de México, en marzo de 1994, Salinas puso al ex secretario de Programación y
Presupuesto y luego de Educación Pública conocido por sus fallas, como
candidato del PRI en lugar de Colosio: Ernesto Zedillo Ponce de León;
antes, se lo había endilgado como coordinador de la campaña y era, en
consecuencia, uno de los tres integrantes del gabinete que podían sustituir a Colosio como candidato, dadas las leyes
electorales de México que señalan que se debe renunciar a cualquier cargo
público cuando menos seis meses antes de las elecciones para poder ser nominado
candidato a la presidencia. Los otros dos eran Manuel Camacho Solís, ex jefe del Departamento del Distrito Federal
quien cuando fue nombrado Comisionado para la paz en Chiapas por el presidente Salinas, pidió “curiosamente” no
percibir sueldo alguno ni ser considerado miembro del gabinete con el objetivo
evidente de poder ser nominado candidato por el PRI “en caso de que Colosio dejara de serlo”. El tercero
era Fernando Gutiérrez Barrios,
secretario de Gobernación que renunció al cargo en los primeros días del mes de
enero de 1993.
Pero, ¿Por qué Zedillo?
En los mismos años en que Salinas
de Gortari se movía en la Universidad de Harvard y Córdoba Montoya en las de Stanford y Pennsylvania, Zedillo Ponce de León, un año menor que Córdoba y tres menor que Salinas, se doctoraba en Economía por
la Universidad de Yale, entre 1974 y 1978, tras haber pasado por la Universidad
de Colorado en 1974.
Harvard, Stanford, Pennsylvania, Colorado, Yale. Salinas, Córdoba y Zedillo estaban en diferentes universidades de
Estados Unidos y sin embargo, trabaron relaciones estrechas desde entonces.
Zedillo era el favorito de Córdoba y
a éste dedicó la tesis de su doctorado.
Salinas nombró a Zedillo como
secretario de Programación y Presupuesto al asumir la presidencia en 1988; le
dejó la misma posición que él ocupaba cuando fue nominado para la presidencia;
en otras palabras, lo consideraba el mejor hombre para sustituirlo.
Pero, entonces, ¿Por qué Colosio?
¿Por qué nominarlo? Finalmente, Zedillo fue el abanderado del PRI, como todo parecía indicar en 1988, cuando Salinas lo puso en Programación y
Presupuesto. ¿Algo hizo cambiar de opinión a Salinas cuando mandó a Colosio a campaña? ¿Había la intención de separar de la candidatura del PRI a Colosio “con cualquier pretexto”, como
se señalaba insistentemente en los medios de información en los días previos al
asesinato?
Y, entonces, ¿No hubo necesidad de utilizar “ningún pretexto” para
eliminar a Colosio, o el asesinato
era el pretexto?
¿Camacho sabía que Colosio dejaría de ser el candidato y
por eso llevaba a cabo su propia campaña? ¿Por eso el enfrentamiento, contra
toda lógica y sin antecedentes, con Colosio?
Luis Donaldo Colosio ocupó puestos menores en la burocracia nacional antes de ser diputado
federal; luego ganó la senaduría por Sonora y después fue presidente de su
partido, el PRI. Unos meses antes de ser nominado como candidato a la
presidencia, fue nombrado secretario de Desarrollo Social en el gabinete de
Salinas, con el evidente propósito de recoger la popularidad que el Programa
Nacional de Solidaridad podía dar a un posible candidato.
En México, la costumbre priísta era que el presidente ubicara a su
sucesor en el área con mayores problemas para desde ahí lanzarlo a la búsqueda
de la presidencia; así, cuando los problemas eran de insurrecciones, llegó a la
presidencia el secretario de la Defensa; cuando se trató de controlar la
política interior, llegaron al puesto máximo los que ocupaban la secretaría de
Gobernación y finalmente, cuando los problemas mayores se dieron en el área
económica, se nominó candidato al titular de la cartera correspondiente.
Así, Echeverría nombró a José López Portillo secretario de
Hacienda, a mitad del sexenio, para lanzarlo desde ahí a la presidencia. López Portillo a su vez, destituyó a
mitad del sexenio a su secretario de Programación y Presupuesto para nombrar
como titular del cargo al que dejaría como sucesor en la presidencia, Miguel de la Madrid Hurtado. De la Madrid, por su parte, dejó como
sucesor a su secretario de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas de Gortari.
¿Por qué parecían cambiar las cosas con Salinas?
Preparó a Zedillo en dos
áreas y de la segunda parecía que no lo iba a lanzar a la presidencia, aunque
finalmente lo hizo y para que esto sucediera tuvo que ser asesinado Colosio.
Colosio no estaba enterado a fondo de los problemas políticos y económicos de
la nación, como lo habían estado todos sus antecesores en la candidatura por la
presidencia. Su cargo, al frente de la secretaría de Desarrollo Social era más
bien “de relumbrón”, de imagen, pero no parecía que se pensara en él realmente
para hacerse cargo de la conducción del destino de la nación.
Sin embargo, su imagen de mártir pareciera haber sido planeada para
abrirle brecha a un partido para el que se preveía la muerte, con un posible
resurgimiento originado por la memoria del candidato asesinado y aprovechada
por el que tomó la estafeta.
El PRI perdió la presidencia en el 2000 y se valió de un hombre tramposo
para tratar de reconquistarla en el 2006, pero no pudo.
Para el 2012, ya hicimos el análisis en el anterior “Personajes”, hay
varios contendientes, pero la pregunta ahora no es solamente ¿quién llegará?,
sino ¿cómo llegará?.
En fin, que no queden cabos sueltos, hay que investigar todo y a todos hasta las últimas consecuencias. |